En el mundo que vivimos, lleno de distracciones digitales, la habilidad para concentrarse se ha vuelto sumamente valiosa, y supongo que es algo que notas cada día.
En su esencia, la concentración es la capacidad de dirigir nuestra atención hacia lo que realmente importa, filtrando el ruido y las distracciones que nos rodean.
Aunque cada persona es diferente a la hora de concentrarse, también hay mitos y rumores que corren por ahí que no son ciertos del todo y que nos pueden influir.
Como por ejemplo:
Dicen que… Saber concentrarse es un don con el que se nace.
Aunque es cierto que hay gente que nace con la capacidad de concentración muy alta, como mi madre que cuando lee no le puedes decir nada, ya que simplemente no te oye, la concentración es algo que también puedes mejorar con entrenamiento, y yo soy la prueba de ello porque he tenido que aprender a concentrarme porque me es muy fácil saltar de vídeo en vídeo en YouTube para aprender cómo funciona una herramienta o cómo quitar la tos con remedios naturales o cómo ahuyentar a los mosquitos o cualquier otra cosa interesante que me parezca interesante en este momento.
Según estudios recientes, la meditación, esa práctica en la que te enfocas en algo específico, como tu respiración, puede mejorar tu capacidad de concentración. (A mí me va muy bien, aunque solo sean 5 minutos).
La ciencia detrás de esto es fascinante: se llama neuroplasticidad.
Básicamente, significa que nuestra mente puede cambiar su estructura a través de la práctica y el enfoque deliberado. Imagina que nuestras mentes son como redes de conexiones eléctricas, y cuando nos enfocamos en algo, esas conexiones se fortalecen.
¿Qué significa todo esto?
Que mientras más practiques enfocarte en actividades específicas, más fuertes se vuelven tus habilidades de concentración, por eso la concentración es una habilidad que puedes mejorar con práctica constante y perseverancia.
Dicen que… Necesitas el entorno perfecto para concentrarte
Tener tu espacio de trabajo ordenado y tranquilo es genial para afrontar tus tareas bien, pero el entorno perfecto no es necesario para enfocarse.
De hecho, hay gente que se concentra y trabaja mucho mejor en un café que en su propia oficina tranquila y ordenada. Óscar Fernández Orellana, de Interacción Humana, me contó que él escribe su newsletter diaria en un bar que hay al lado de su casa y ya la considera su segunda oficina.
Te voy a explicar la anécdota que contó Matthew Dicks, (autor de libros sobre storytelling y crecimiento personal) en una entrevista:
Matthew estaba en un McDonald’s esperando a un aprendiz de escritor que estaba asesorando sobre cómo escribir libros, al que llamaremos Jake.
Jake llegó tarde a la reunión y cuando llegó, Matthew le preguntó:
– ¿Cuánto has escrito hoy?
– Todavía no he escrito nada, no he tenido tiempo – contestó Jake.
Entonces Matthew le contestó:
– Bueno, has llegado 7 minutos tarde hoy y yo podría estar enfadado porque me has hecho perder tiempo, pero en lugar de eso, he utilizado estos 7 minutos para escribir unos párrafos y avanzar en mi próximo libro.
O sea que, si bien un buen entorno puede ayudarte a concentrarte mejor, la concentración óptima proviene de ti, de tu mente, de dónde pones tu atención y de lo que quieres hacer en cada momento, por lo que no importa si estás en un ruidoso McDonald’s o en una tranquila biblioteca.
Yo reconozco que a mí me desconcentran más las interrupciones directas que no el ruido que pueda haber a mi alrededor, quizás porque he trabajado en oficinas que eran muy poco silenciosas, con gente que entraba y salía, aun así, siempre tengo mis auriculares por si acaso. 😉